¡Hola gente!
Antes de nada, Feliz Navidad a tod@s.
Que “bonitas” nos venden estas fiestas: luces de colores, dulces y sobre todo, como dice El Almendro, “volver a casa por navidad”. ¡Cómo nos engañan!, o al menos en mi familia, porque si, la Nochebuena y la Navidad la pasarás en familia, pero el 26 ponte el chándal, los guantes, el gorro, y lo más importante, coge la vara, pues el fin de esta reunión no es otro que el de juntar a toda la familia para “la recolección de la aceituna”. Bien, pues de esto que te aclimatas al frío, al polvo, a la tierra húmeda, al olor del olivo, a las voces de tu padre y tus tíos diciendo que el olivo no es un violín y que como sigas así no termináis hasta carnavales (tu peor pesadilla)… y en un momento de inspiración te acuerdas de la entrada del compañero Abel sobre la Prehistoria y te dices a ti misma “¡al Blog que va!”.
Al llegar a casa coges el libro de tu primo de Ciencias Sociales de Primero de ESO (editorial SM) y le echas un ojo a la unidad referente a la Prehistoria, y aunque las actividades agrícolas referentes al olivo no se nombran hasta las unidades relacionadas con las civilizaciones antiguas, ya que has visto en clase que el libro de texto es una herramienta para el aula pero no la única, optas por sacarle provecho a la situación y empiezas a cortar y pegar en tu cabeza. En el tema de “El Paleolítico: la caza y la recolección” (páginas 158-159) te encuentras con lo siguiente, y copio literal, las formas de vida se basaban en la recolección de frutos y la caza de animales… Sí sí, porque un día en el campo da para presenciar muchas experiencias, y más si vas en familia y te dejan a ti sola recogiendo los suelos de una oliva, porque de esto que estás recogiendo las aceitunas que han caído en éste y de repente ves a dos galgos mirándote fijamente, a lo que aparece un cazador con unos cuantos conejos a cuestas en “modo avión”, y éste se pone a contarle a tus tíos que el domingo van a hacer una comida de cazadores en la finca de ahí enfrente, que parece un clon de la de Carlos Falcó, y que estamos invitados.
Siguiendo con el libro, éste nos expone que Con el dominio del fuego, el ser humano pudo cocinar alimentos, calentarse y protegerse de las fieras, lo que traducido al siglo XXI viene a ser ese momento en el que tus primos y tú veis que los padres no os miran y decidís tomaros un descansillo al calor de la hoguera, la cual han preparado con ramas que han ido podando de las olivas ya trabajadas, pues ¡qué bien sienta acercarse a la hoguera a calentarte las manos!, y a la hora de comer ni os cuento…
Pero para seguir relacionando el libro, dice que Los primeros humanos fabricaron instrumentos y herramientas que, en la medida fueron mejorando, permitiendo un mayor dominio del entorno, es decir, la vara, la manta, los cestos, los sacos… útiles necesarios para llevar a cabo esta labor, que desde la antigüedad están presentes, pero que han ido adaptándose a las nuevas necesidades del hombre.
Y claro está, las olivas no están ahí por obra y gracia del Espíritu Santo, sino que han debido de ser plantadas y cultivadas por alguien, y a este respecto, en el tema siguiente “El Neolítico: la agricultura y la ganadería” (págs. 160-161) el libro de texto dice una de las características del Neolítico es el Descubrimiento de la agricultura. Observando los ciclos de la naturaleza aprendieron que las semillas enterradas daban lugar a nuevas plantas, y cultivaron así cereales y legumbres... y olivos en cuanto pudieron.
Además, en el Neolítico dice que aparece la División del trabajo: los artesanos fabricaban herramientas y armas, los agricultores cultivaban las plantas, los pastores criaban animales, que traducido al día de hoy es: la abuela prepara los útiles necesarios, la comida que se va a llevar, la compra del pan, etc., el papel de los agricultores le corresponde al encargado de las tierras durante todo el año, y el de los recolectores a los nietos que vamos “en ca´la abu” a pasar las vacaciones de navidad, etc.
¡Ojo! Que yo no digo de llevar a los chavales a disfrutar de la maravillosa experiencia de la recolección de la aceituna, aunque a algunos no les vendría nada mal, pero a lo que voy, Agustín no para de insistir en relacionar la historia con el presente, y yo no sé cómo será en vuestros pueblos, pero en Lillo se libran cuatro de “disfrutar éstas navidades en familia”. Y quitando las nuevas tecnologías y técnicas de recolección, muchas de las que se utilizan en la actualidad, tales como la recogida a mano (ordeño), el vareo, la recogida de las aceitunas en una malla colocada en el suelo, etc., son técnicas que no descubrieron nuestros abuelos, sino que están llevándose a cabo desde que el ser humano sabe pensar, y por ello propongo relacionar esta actividad tan castellano-manchega como un recurso para que los alumnos interioricen la vida en la Prehistoria, así como en las civilizaciones antiguas, pues todo es relacionar e imaginar, y no es necesario ser Tim Burton para ello.
¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!
Elena Barajas España
Pero qué bien contado, Elena, parece que te estoy viendo vareando pinpan y pinpan, claro que habría quedado mejor una foto tuya para comprobar que no te has inventado la historia... Vale, vale, que me lo creo que estás pasando mucho frío, pobrecilla. Lo tuyo es vivir la historia, la prehistoria y la protohistoria, todo junto. ¡¡Ánimo con ese ordeño!!
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