miércoles, 31 de diciembre de 2014

El profesor

¡Hola a todos!
¡Qué alegría me dio cuando leí el nombre de Frank McCourt entre los recursos que Agustín tiene en el blog! No sé ni las veces que leí las Cenizas de Ángela cuando estaba en el instituto… Al leer el documento del blog me he dado cuenta de que en el máster nos han dado muy pocas pautas para enfrentarnos a una clase de verdad. Nos han dado algunos consejos, como que “busquemos al cabecilla y le retorzamos los huevos”, que contemos historias… pero ¿qué hacemos cuando estemos ante una clase de adolescentes que nos miran esperando que digamos algo? Y eso en el mejor de los casos, porque… peor aún, ¿qué hacemos si esos adolescentes no nos miran, ni nos hacen caso y encima no se callan ni se “portan bien”? Frank McCourt tiene el mismo problema en el texto, después de cuatro años de estudios superiores en la Universidad de NuevaYork no tiene ni idea de cómo resolver los problemas que puedan surgir en el aula, así que, como a nosotros, no le queda otra que utilizar su imaginación.
Supongo que a todo el mundo le da un poco miedo enfrentarse a ese primer día como profesor (y probablemente al segundo y al tercero también). Frank McCourt nos da algunos consejos en ese texto. Lo primero que dice es que el bolígrafo rojo para apuntar las cosas malas es el arma más poderosa del profesor. Aunque yo creo que a los alumnos que se portan mal de verdad les da bastante igual lo que apuntes sobre ellos, incluso si es con boli rojo, así que no creo que esto nos dé muy buenos resultados.
El siguiente consejo que nos da McCourt es que recibamos a los alumnos de pie, porque según él: “si te sientas tras la mesa das a entender que tienes miedo o que eres perezoso”. Así que ya sabéis, debéis demostrar seguridad y confianza, aunque no la sintáis, porque vuestros alumnos son expertos en profesores y os van a calar enseguida. Según el texto “Si cometes un error en tu primer día, tardarás meses en recuperarte”.
La suerte que tenemos nosotros es que por nuestras vidas han pasado un sinfín de profesores, desde que estábamos en parvulitos hasta que hemos llegado a este máster, un montón de cursos con un montón de profesores, cada uno de una manera, con cosas que nos gustan y cosas que no, profesores que nos han hecho que una asignatura sea divertida o que una asignatura sea un castigo. Así que ¿por qué no aprovechar esta ventaja? Deberíamos reflexionar un poquito y dar nuestras clases como nos gustaría que hubiesen hecho todos nuestros profesores. Y, por supuesto, no repetir los errores que han cometido con nosotros. Además otra ventaja que podemos aprovechar es que nosotros hemos sido también alumnos y hemos tenido la edad de los chicos y chicas a los que vamos a dar clase, aunque parece ser que esto cuando te haces mayor y te conviertes en profesor se te olvida por completo… Deberíamos intentar recordar lo que se siente y lo que se piensa cuando estás sentado en el pupitre durante la educación secundaria, seguro que así nos es mucho más fácil planificar las clases y hacer que nuestros alumnos se interesen y se diviertan con lo que les intentamos enseñar. Porque, sinceramente, no creo que los alumnos de hoy en día sean muy diferentes a cómo éramos nosotros.
https://www.youtube.com/watch?v=lg5jPrF8Fh0  

Ana Risueño Jiménez

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