Hacía unos meses que había empezado la guerra cuando mi primo llegó a casa preocupado. Tía, dígale al abuelito que esta noche se ponga enfermo que van a venir a por él. Esa noche el abuelito se puso malo de verdad por lo que no se lo llevaron a la Iglesia como a todos los demás. Pasaron toda la noche allí encerrados, a la espera de que vinieran a darles "el paseillo", pero los responsables se limpiaron las manos, y al día siguiente no murió nadie.
Esta historia nos la ha contado cientos de veces mi abuela a todos los primos, como tantas historias de vida, una vida que ha pasado por una guerra, una dictadura, la transición, la democracia… una vida, al fin y al cabo llena de historia.
Muchas veces la historia que se estudia en clase parece algo lejano, algo que ha pasado en un tiempo y lugar remoto y que no tiene nada que ver con nosotros, pero se nos olvida que nosotros mismos hacemos historia día a día, y prueba de ellos son estas historias que todos hemos oído a nuestros abuelos, ¿qué abuelo no cuenta las batallitas de su vida? El propio Agustín nos cuenta sus batallitas en clase, vaya pieza debía ser, si sus alumnos se enterasen…
Por esta razón, aprovechando estas fiestas en las que se reúne toda la familia, quiero dedicar la entrada a la historia que no se aprende en los libros de textos, en los apuntes del profesor, ni si quiera en el aula, sino la historia que se aprende de nuestros abuelos y abuelas, madres y padres, tíos y tías. Porque en muchas ocasiones ellos mismos han vivido la historia que se enseña en el aula, y sus anécdotas son un recurso fantástico para aprenderla. Ya nos comentaba nuestro compañero César, en su primera entrada, sobre las Misiones Pedagógicas que debió vivir su abuelo cuando era joven. Como su abuelo y mi abuela, todos tenemos familiares que han vivido en primera persona aquellos que los alumnos deben aprender a través de un libro. Ellos cuentan sus experiencias como si de batallitas se tratasen, y en ocasiones nos parecen aburridos y cargantes, como muestran los sketch de José Mota, "dices tu de mili", (que padre no ha contado sus batallitas de la mili...) pero si aprendemos a escuchar, podremos descubrir que están cargadas de vida, de historia y de sabiduría.
A través de estas historias de familia, se puede complementar aquello que omiten los libros de texto (como ya hemos podido analizar en clase), o los apuntes del profesor. En los cuestionarios que, como futuros docentes, preparemos a nuestros alumnos podemos incluir preguntas sobre cómo vivieron sus familiares diferentes momentos de la historia, sus costumbres, formas de vida, trabajo, hogares, viajes, fiestas, comidas. Unas preguntas que les lleven a indagar entre sus más allegados, que les enseñen a escuchar estas historias, no como simples anécdotas, sino como partes de la historia que los convierta a ellos mismos en protagonistas y no en meros lectores. Una historia que pueden compartir en clase de manera que se vea enriquecida con la mezcla de clases, culturas, étnicas y nacionalidades que se pueden dar en un aula de secundaria.
De manera que os invito a todos a que converséis con vuestros familiares, preguntarles y escuchar sus "batallitas" y descubriréis una historia como nunca nos han contado en clase.
Ahora me despido, para seguir comiendo turrones y mazapanes.
Feliz Navidad a todos y tened cuidado, no os atragantéis con las uvas!!
Patricia Tejeda García
Patricia Tejeda García
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarY tú... de quién eres?
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