Hola! Feliz Falsedad a
todos. No sé porqué se desea tanto la felicidad en estas fechas y no en otras
épocas del año, pero para explicaciones pseudo-cristianas sobre ello, ya
escribió el compañero Rafa en una antigua entrada
Yo, así de primeras y en frío, os dejo una
canción que habla sobre ello, para poner un poco de “ruido” a tanto villancico (absténganse
fans de Pablo Alborán y derivados).
¿Qué hace un sociólogo
en la especialidad de Historia, Geografía e Historia del Arte? ¿Saben mis padres
que estoy aquí? Esas son las preguntas que alguna vez Agustín me ha hecho en clase. Y la verdad es que razón
lleva, pero en algún lado tenemos que estar. Cómo Felipe I y también II, seguramente el III, cómo
que me dan un poco igual, voy a hablarles de algo que me interesa. No sé si
conoceréis a Andrés Rábago, quizás por este nombre no os suena, pero ¿y el
Roto? Si aún seguís sin tener ni idea, los que vayáis a conocer a este artista
por primera vez, creo que vais a disfrutar de su obra.
“El roto”, de formación
autodidacta, empezó a partir de 1968 a publicar viñetas e ilustraciones en
revistas como Hermano Lobo. Siguió colaborando luego en numerosos medios
impresos, como La Estafeta Literaria, La Codorniz, Triunfo, Cuadernos para el
Diálogo, El Independiente o Ajoblanco. A pesar de realizarse
recopilaciones de su obra en álbum ya en 1971, esta no obtuvo la misma
repercusión que la de otros humoristas gráficos de su época.
En 1978 inició su
colaboración con las revistas del incipiente boom del cómic adulto, en concreto
con Tótem a partir de su número 6, seguidas por El Jueves, El Cuervo y Madriz.
Además, siguió publicando en prensa en varios periódicos y actualmente publica
en El País (lo mejor que queda a un periódico venido a menos).
En mi opinión, en un
mundo donde domina lo efímero y lo inmediato, donde apenas queremos o tenemos tiempo
a pararnos a observar lo que pasa a nuestro alrededor, “El Roto” es capaz de
ilustrar en una viñeta lo que algunos teóricos no consiguen en decenas de
folios, es decir, la dificultad de mostrar la realidad social de manera lo más transparente
posible.
El “Roto” es un
perfecto ejemplo de cómo se puede enseñar y aprender, expresando gráficamente la
realidad social mezclando sentido del humor y crítica. Creo que Agustín tiene
aspectos en común con el artista del que hablamos, ya que en su artículo “El
humor, un valor ignorado” tampoco cree que aprender sólo sea posible sufriendo,
ya que en muchos casos “se entiende a identificar el aprendizaje con agotadoras
sesiones de estudio” y nos olvidamos del humor y su valor didáctico (Ciudad,
2002).
Espero que os guste y no haberme
enrollado demasiado. Para más ilustraciones, visitad su página en el país:
Saludos. Jose Antonio Arenas Leñador
Lo que tienes que hacer es animarte tú a hacer algo parecido, aunque al principio te salga regular. Basta ya de sociología estadística. Saludos.
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