lunes, 29 de diciembre de 2014

El Copérnico Español ya tiene sus pronósticos para el 2015

¿Sabéis quien era Copérnico?.. Pues, un astrólogo.
¿Sabéis quien era un tal Mariano Castillo y Ocsiero?.. Pues, otro astrólogo. Pero este era español. Y ¿sabéis que es lo que creó y por qué le llaman cariñosamente el “Copérnico español?.. Pues, os lo voy a contar.

Este señor, mañico él, nació en un pueblo de Zaragoza llamado Villamayor de Gállego y se dedicó a predecir el tiempo que iba a hacer, y así, andando y andando y mirando las estrellas, la luna y el sol y estudiando los vientos, llegó a publicar en el año 1840, para ganarse algún dinerillo, un libreto llamado El Firmamento, donde hablaba de todas estas cuestiones.


Pasado el tiempo y en honor a un colega, también aragonés, llamado Victoriano Zaragozano, cambió el nombre del libreto por el de Calendario Zaragozano, aunque al principio le llamó, rimbombantemente, "El verdadero y único legítimo calendario zaragozano para el año de (...), arreglado para toda España", y como en este país todo se tiende a sincopar, terminó por llamársele simplemente “Calendario Zaragozano”. No solamente habla de predicciones meteorológicas, sino también trae un santoral y una relación completa de las ferias y mercados de España. Así mismo, también trae un amplio compendio de citas y refranes tradicionales y cómo no, los signos del zodíaco, junto con los calendarios gregoriano, judío y musulmán. Vamos ¡una joya!!!

No había casa de labrador que no tuviese su Calendario Zaragozano, donde asiduamente consultaba el tiempo que iba a hacer y así adaptaban las labores agrícolas al tiempo que previsiblemente iban a tener. No hay que decir, porque ello es obvio, que dicha predicción meteorológica fallaba más que una escopetilla de feria. Y no era extraño tener heladas tardías o lluvias torrenciales no previstas. Para enseñar mejor a aquellos agricultores que no tenían tantas maquinarias como hay ahora, los refranes que aparecían en el calendario, todos estaban relacionados con la agricultura, para que las cosechas fuesen lo más abundantes.

El vaticinio del tiempo se hacía previa observación meteorológica del año anterior y creo que influiría en la predicción, las cabañuelas, esa observación del tiempo a través de los primeros veinticuatro días del mes de agosto.
El calendario tiene el sabor de lo antiguo; el sabor de nuestro pasado; el sabor de nuestros ancestros; nuestro sabor. ¡Que pena que sea ese gran desconocido hoy día! Es fruto de nuestra milenaria cultura popular que se vende en quioscos y librería por el módico precio de 1.80 euros. ¿Dónde, una fuente tan de sabiduría, vale tan poco?
Sirva esta pequeña entrada en el blog, como defensa de una “obra de arte” que, aunque olvidada de muchos por las nuevas tecnologías, está ahí al alcance de cualquiera que quiera consultarla.

Ana María Lillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario