jueves, 6 de noviembre de 2014

La Historia anecdótica

Hola a todos, esta es mi primera entrada, vamos a ver si esta información nos resulta útil a todos. Si hay algo que tenemos en común tanto nosotros como nuestros futuros alumnos es la curiosidad que genera en nosotros lo anecdótico. Los adolescentes con los que vamos a trabajar, en la mayoría de los casos, son telespectadores de programas tipo Gran Hermano, Sálvame, etc. Por supuesto, es normal que la Historia les parezca un "peñazo", pues a diferencia de nosotros ellos no han elegido aún su futuro profesional y no tiene por qué apasionarles como a nosotros. Agustín ha repetido mucho durante estos días que tenemos que establecer alguna conexión entre la cultura que pretendemos transmitir y la cultura popular, y en este sentido yo quisiera recordar a una profesora que tuve en el instituto: ella utilizaba a la perfección este recurso. Siempre intentaba introducir alguna anécdota en sus explicaciones, y estaba dispuesta a cortar una explicación histórica para introducir alguna anécdota que nos sorprendiese, nos emocionase, o simplemente nos hiciese descansar para reír durante unos minutos.
Me gustaría traer a colación, en este sentido, la obra de Nieves Concostrina, Menudas historias de la historia: anécdotas, despropósitos y mamarrachadas de la humanidad (La Esfera de los Libros, 2009) en la que se detallan hechos históricos anecdóticos en breves capítulos. Uno de los que nos sirve como ejemplo, es éste que os cito a continuación aprovechando la entrada de nuestro compañero Abel Gonzalo:

"Vámonos de boda. A una de las bodas más desacertadas de la monarquía española, a la que se celebró el 10 de octubre de 1846 entre Isabel II y Francisco de Asís y Borbón. Ella no quería, y él, tampoco. Porque a ella le gustaban los hombres. Y a él, también. Pero mandaban los intereses de Estado y había que casar a la reina, que aquel mismo día cumplía dieciséis años. Lo único que acertó a decir la adolescente Isabel II cuando le anunciaron el nombre de su futuro marido fue: "¡No, por favor, con Paquita no!". Eso dicen.
Pero el matrimonio tenía que ser, porque las monarquías europeas andaban maquinando cómo casar a sus solteros con la reina de España. Hubo largas y muy complejas negociaciones para seleccionar al futuro rey consorte y evitar así las presiones extranjeras. Ahora bien, ya les vale a los diplomáticos de entonces, porque después de tanto pensar colocaron en el altar al único candidato que, como dijo Isabel II, llevaba camisones con más encajes que los de ella. El matrimonio, más que un fracaso, fue un disparate, y la reina acabó buscando lechos más animados. Oficialmente, Isabel II tuvo doce embarazos. Sean discretos y no pregunten en cuántos fue el coprotagonista Francisco de Asís.
Durante el reinado de la pareja, el matrimonio aguantó carros y carretas, pero era el coste de figurar en una corte hipócrita. Fue el casorio que provocó las mayores chirigotas y en el que sólo se acordó un cese temporal de convivencia conyugal cuando la reina fue destronada en la revolución de 1868. Ahí vio el cielo abierto. Se acabaron los disimulos y el rey consorte se fue a vivir con su novio a un palacete francés a muchos kilómetros de su mujer. Pero a Francisco de Asís, al margen de que ahora provoque cierta solidaridad por su homosexualidad vapuleada, no hay que dejar de reconocerle que reinó y conspiró todo lo que pudo y más". (CONCOSTRINA, Nieves, Menudas historias de la historia: anécdotas, despropósitos y mamarrachadas de la Humanidad. La Esfera de los Libros, Madrid. 2010, pp. 223-224.)

Un buen recurso que podemos utilizar para enganchar a nuestros alumnos.

David Capuchino.

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