Nos han
dicho hasta la saciedad que ahora llega la parte del máster con la que más
vamos a disfrutar….¡las prácticas! Bueno, familia de futuros profesores,
seguramente sea así, pero la parte que finalizamos también ha sido bonita. El
simple hecho de adentrarnos de nuevo en la adolescencia, desde una perspectiva
muy distinta a la de nuestros años de pubertad (recordemos que ahora vemos esa
etapa desde fuera), es en sí un conocimiento muy relevante que nos ayudará
bastante en nuestro “practicum”. Pero no sólo eso, sino que hemos aprendido de
todo, en materia de educación, ciertamente no todo lo que debemos, ni lo que
esperábamos a la hora de comenzar a estudiar este máster.
Las
materias han tenido carencias, pero siempre ocurre, lo escribe una que ya tiene
otro máster. En cuanto a los docentes de las mismas, sabemos de sobra que están
cualificados y capacitados para transmitir los conocimientos que debíamos
adquirir. Aunque no todos lo han hecho de la manera adecuada, pero como bien
nos ha dicho Agustín en más de una ocasión, eso nos sirve para saber los
profesores que no queremos ser y como no queremos impartir nuestras clases.
En
cuanto a las clases de Agustín, decir que la idea del blog me parece genial, es
una fuente de sabiduría, como se suele decir “inagotable”, puesto que es
abierta a todos y por la variedad de temas que se han tratado. Aunque también
decir, que creo que se ha dado un uso excesivo al mismo, pero me reitero en mis
palabras…¡es una idea genial!!! Y ha sido motivación para alguno de mis
compañeros, que sé que ya se han hecho uno o tienen la pretensión de crearlo.
Ya sin
más dilación, me despido y escribo con toda sinceridad que en los últimos años
de mi formación, nunca me había planteado estudiar el MUFPS, no había tenido
esa vocación de docente, como tantos de vosotros que sí que la tenéis. Ahora,
el planteamiento de mi futuro ha cambiado y seguramente ha sido en gran medida
gracias a los profesores, y en el caso que nos ocupa, a Agustín, que ha sido
capaz de traernos la realidad existente en las aulas de secundaria y
bachillerato, a nuestras aulas universitarias.
Por mucho que ahora nos convirtamos en profesores, nunca dejaremos de
ser estudiantes porque nuestros alumnos no enseñarán mucho más de lo que
esperamos.
Ana María Lillo
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